Llevamos años disfrutando de un fantástico concepto en el segmento de los dispositivos móviles: el SoC o System-on(-a)-Chip, que es el corazón de estos dispositivos y que integra en un mismo chip, en una misma die, diversos componentes críticos para el funcionamiento de nuestro smartphone o tableta.
Entre esos componentes están la CPU o procesador principal y la GPU o procesador gráfico, pero también otros componentes entre los que destaca el módem, que es el que permite que podamos hacer llamadas o conectarnos a internet desde nuestro dispositivo.
Para él "el 5G tiene potencial, pero su escasa cobertura actual y la falta de aplicaciones que le saquen provecho dejan ver que todavía tiene camino por delante", y de hecho el esfuerzo de despliegue de 5G en España mostraba la propia opinión de las operadoras, que parecían haber relajado su discurso.
Así, en Orange afirmaban que "no vamos a desplegar red solo por el hecho de desplegarla", mientras que los responsables de Telefónica iban más allá al indicar que "a día de hoy podemos decir que el 5G no aporta nada respecto al 4G".
La revolución 5G, por tanto, parece que tendrá que esperar, pero cuidado, porque los fabricantes de móviles aprovecharán para subir el precio de sus móviles, y lo harán con parte de razón: los chips 5G añaden complejidad y costes adicionales a sus diseños actuales, así que un terminal exactamente igual al que tenemos pero con conectividad 5G saldrá más caro sin que -al menos por ahora- vayamos a notar una gran diferencia positiva, y sí podamos notar diferencias negativas.
La realidad plantea por tanto dudas respecto al papel inicial de 5G en nuestras vidas. No se puede negar que 5G va a tener un papel relevante en muchas áreas que apuntan al futuro -sobre todo en los grandes núcleos urbanos-, pero cuidado, porque parece que tardaremos algo de tiempo en disfrutar de esas ventajas.
Fuente : Genbeta
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