Por eso es necesario ir un paso más allá, y propugnar con el filósofo francés Pierre Lèvy la creación a partir de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación de una nueva ecología del conocimiento. Sería un conjunto de nuevas formas epistémicas y metodologías de conocimiento que definen el tránsito de una sociedad de la información a una sociedad del conocimiento, donde ese saber que fluye por las venas del tejido social se verticaliza, se transforma cualitativamente en su recurso fundamental de supervivencia. Y es aquí donde el SL tiene un papel fundamental, pues su metodología se corresponde con una revolución organizacional fundamental: el paso de los modelos jerárquicos a los modelos en red, a las organizaciones e instituciones flexibles y dinámicas que se adaptan con mayor facilidad a su medio ambiente.
Se habla mucho de tecnologías de la información, pero siempre se ha hecho más énfasis en la primera parte del binomio, y no en la segunda. Con el movimiento de SL llega ahora el turno a una revolución de los conceptos, una reforma de lo que entendemos como formación de calidad y participativa para los estudiantes. Tanto la producción de información como el acceso a la misma se democratizan, y la vida cotidiana se potencia a todos los niveles con un universo de datos que los ciudadanos de esta nueva aldea global tienen a su alcance. Las nuevas formas de transmisión y construcción del conocimiento en el marco de la universidad tendrán como vehículos en un futuro próximo la explosión de la cultura mediática e hipertextual, la expansión popular del uso de la telemática y, más particularmente, el acceso a las autopistas de información con carácter de servicio público.
A nivel institucional, tres ventajas son claves: En primer lugar, el SL es más adecuado que el software propietario para entornos académicos al ser más fiable, robusto y seguro. Y no es una casualidad, sino consecuencia de su desarrollo abierto.
En segundo lugar, su bajísimo coste permite localizar recursos financieros en otras áreas que mejorarían enormemente la utilidad pública de las universidades (infraestructuras, becas, apoyo a la investigación, etc). En tercer lugar, al demandar menores recursos computacionales, se extiende la vida útil de los equipamientos informáticos tanto de las universidades como de los propios estudiantes, evitando ciclos rápidos de obsolescencia y optimizando así las inversiones.
A nivel académico, el SL refleja mucho mejor los valores tradicionales de la investigación universitaria desde su propia definición de “libre”: libertad para analizar cómo trabaja un programa y adaptarlo a nuestras necesidades, libertad para mejorar un programa y compartir con otros las adaptaciones, beneficiando así a toda la comunidad.
A nivel metodológico, se quiebra el paradigma neoliberal de maximización del beneficio individual, sustituyendo la competición por la sinergia, esto es, por la convergencia de esfuerzos individuales en pro de un objetivo común. Se rompe un monopolio mental según el cual más tenemos cuanto más guardamos para nosotros mismos, donde las resultados de una investigación (o de un desarrollo de software) no están sometidos al escrutinio público ni a mecanismos abiertos de mejora.
En el movimiento de SL los usuarios no son apenas consumidores de información, sino prosumidores, pues al mismo tiempo que consumen también son productores, pues generan una proporción muy significativa de los mejores programas de que disponemos actualmente.
Ello permite en la práctica un acceso más democrático a Internet, que se convierte en una infraestructura orientada a ofrecer una cobertura de comunicaciones de bajo costo y gran alcance, horizontal y sin limitación de fronteras.
En el movimiento de SL la interactividad y la participación activa se revelan como las reglas básicas del juego. Con su llegada, los métodos de desarrollo de software y de acceso y distribución de la información mudaron radicalmente, con enormes consecuencias para la sociedad civil y los gobiernos, y de una manera muy especial, para el mundo de la formación. Si enlazamos de manera esencial los conceptos Internet y SL es porque la Red es la única estructura topológica que puede crecer desordenadamente sin que ello comprometa su estabilidad. Esta es una característica que tiene una importancia estratégica, y que identifica el desarrollo del movimiento de software de código abierto, la filosofía Linux y el modelo GNU. En cuanto a la universidad, esta característica posee una tremenda carga transgresora con respecto a los modos clásicos de aprender, producir y distribuir en la universidad.
El progresivo desarrollo y abaratamiento de las tecnologías de la información y la comunicación, hacen que su uso se extienda cada vez más y sea más difícil restringir su disfrute a sectores habitualmente desfavorecidos de la sociedad. Por otra parte, el SL tiene un diseño, una topología y una estructura que responden a una voluntad conscientemente orientada a la promoción de un medio democrático de libre expresión, voluntad que ha caracterizado la acción de muchos de los que han intervenido en su desarrollo y en la progresiva expansión de sus aplicaciones. Quizá la propia esencia del SL no sea por sí sola un elemento de transformación de la universidad. Sin embargo, la intersección de pericia técnica con una voluntad solidaria de desarrollo y profundización de la educación, puede convertirse en uno de los elementos definidores de los nuevos patrones de calidad de vida en la sociedad futura. Asistimos a la aparición de nuevas estructuras sociales que se encuentran actualmente en un período de incubación, nuevas formas de interrelación humana que se manifiestan amplificadas por la extensión del SL, nuevas comunidades virtuales cuyo patrón de adscripción no es el territorio, ni la lengua compartida, sino un nuevo modelo visionario de la sociedad que encuentra en la comunicación no-presencial un elemento de unión entre individuos.
La llegada del SL ha alterado la gramática de poder, y ha supuesto la democratización y popularización de los métodos de acceso y distribución de información. Las reglas de producción y difusión de software han cambiado radicalmente, con profundas consecuencias tanto para la sociedad civil como para instituciones y gobiernos. Las redes telemáticas transcienden las fronteras nacionales de una manera única y novedosa, que no puede ser igualada por ninguna de las tecnologías anteriormente implantadas, abriendo una nueva vía para el debilitamiento de las barreras a la libertad de expresión y a la libre circulación de ideas, y el SL permite un acceso más democrático a las mismas, más controlable desde la propia sociedad. Estas características únicas son las que nos ofrecen una esperanzada de promoción de las libertades relacionadas con la compartición de la información y el conocimiento, esencial para el desarrollo tanto de la educación y la democracia como de la sociedad civil, en un grado antes impensable.
Según Eric S. Raymond, autor del libro La catedral y el bazar, nadie pensaba hace tan solo una década atrás que un sistema operativo de primera clase pudiera surgir como por arte de magia del tiempo libre de miles de colaboradores conectados solo por los canales de Internet y esparcidos por todo el planeta.
GNU/Linux sobrepasó ampliamente lo que los especialistas creían que sabían. Raymond afirma en su libro que casi todos creían que los programas informáticos más importantes tenían que ser construidos como las catedrales, hábilmente proyectadas cuidadosamente por un conjunto de esotéricos especialistas trabajando en un religioso aislamiento, sin sacar al mercado ninguna versión beta antes de contar con el producto final.
El estilo de Linus Torvalds – libera pronto y con frecuencia, delega a otros todo lo que puedas, estate abierto a todo, casi con un punto de promiscuidad – vino como una bocanada de aire fresco en una industria que se va haciendo – como casi todo – en algo cada vez más planificado, burocratizado, previsible. Al contrario de la catedral, la comunidad Linux parece asemejarse a un ruidoso bazar a nivel planetario, con diferentes agendas y formas de trabajar, de donde aparentemente solo podría surgir un sistema coherente y estable como consecuencia de una sucesión de milagros.
Cada cual tiene sus propios objetivos, monta su chiringuito, e intercambia lo que tiene. El hecho de que este estilo aparentemente anárquico funcione tan bien rompe nuestros esquemas tradicionales de I+D. De hecho, el mundo GNU/Linux no sólo no se dividió en confusión, sino que parecía aumentar sus fuerzas a una velocidad increíble para precursores del modelo de catedrales, especialmente para los diseñadores del sistema operativo dominante.
El gran éxito de GNU/Linux muestra al mundo de la universidad las ventajas de la descentralización del proceso de desarrollo.
Esta metáfora de libre colaboración y sinergia frente a competencia también se ha extendido a las llamadas comunidades de intercambio, basadas inicialmente en fenómenos sociológicos como Napster o Gnutella, que transforman el concepto de negocio y de intercambio de bienes, poniendo en jaque una interpretación tradicional del concepto de mercado y la separación tradicional de los papeles de productor y consumidor.
Estas características son claramente opuestas a la forma convencional de hacer negocios. Los medios tradicionales que son interactivos no permiten un gran alcance, y aquellos que tienen un gran alcance son asimétricos o poco interactivos. Además, no permiten una relación P2P (peer to peer), es decir, de usuarios entre sí sin la intervención de una empresa que venda un producto o provea un servicio – lo cual no solamente es fácil en Internet, sino casi natural –
Todo lo que es digital puede existir en la red, y la digitalización homogeneíza todo tipo de datos, ya sean audiovisuales, textuales, etc. Todo ello está ya creando un nuevo paradigma ético propugnado desde el movimiento de SL, donde la sinergia se opone a la competencia, y donde la escasez de un bien no lo hace más valioso, sino al contrario.
Esta nueva economía sobrepasa las rígidas leyes de la oferta y la demanda. Es verdad que el valor de los bienes está tradicionalmente basado en su escasez, y en la demanda que de él exista. Sin embargo, aquí nos enfrentamos con una lógica bien diferente. Internet es valiosa no porque es patrimonio de unos pocos, sino porque muchos tienen acceso a ella, y suma el acervo aportado por sus propio usuarios. Si fueran pocos los usuarios, también serían escasos los contenidos de la misma. Paradójicamente, mi correo electrónico es valioso porque otros muchos también lo tienen (al contrario de lo que ocurre con los sellos de correos, las obras de arte, los coches, las joyas, los productos de marca...) Si fuera el único que disfrutase del servicio, no podría enviar un mensaje a nadie, ni recibirlo. ¿Para qué quiero un móvil si mis amigos no lo tienen, o un fax en casa si nadie más lo tiene? Un programa funciona mejor cuando su código es abierto y más usuarios lo testan y depuran. Al contrario de lo que ocurre con los bienes materiales, la riqueza basada en la información no se consume, no se agota. Se automultiplica al compartirse, sin que pierda valor por ello. Esta es una de las bases filosóficas del movimiento SL.
El análisis de las experiencias en marcha nos muestra que se va extendiendo el contagio de este paradigma al mundo de la educación universitaria, propugnando un uso inteligente del tiempo libre, basando en el poder del conocimiento compartido una nueva fuerza y una nueva ilusión.
La universidad solo va tener sentido en una sociedad del conocimiento si se orienta al beneficio de las personas. El aprendizaje universitario ya no va a quedar restringido a una fase de la vida, pues será la forma de adaptarse a una condiciones de trabajo cambiantes, caracterizadas por una creciente diversidad cultural, y por un futuro que parece llegar anticipadamente.
Todo ello vendrá potenciado por unas tecnologías en red que irán cambiando las estructuras jerárquicas en muchas áreas de la vida social. La diversidad de paradigmas será una importante fuente de generación de riqueza, pero que no estará exenta de conflictos ni de problemas de adaptación. Posiblemente una de las claves esté en un concepto muy simple: el espíritu de altruismo, sinergia y colaboración que está implícito en el modelo de software libre... y también en el concepto de archipiélago. Por definición, un archipiélago es un conjunto de islas unidas por aquello que las separa: el mar. También en la comunidad de SL existe una unión basada en el valor de la diferencia. En el reconocimiento de este valor como punto de encuentro quizá encontremos en principio de unidad que nos permita colaborar para extender a través del desarrollo de software en la universidad los estándares de calidad de vida que unos pocos gozan y con los que muchos sueñan. Quizá las tecnologías de la información, apoyadas por un SL, puedan ser el elemento regenerador que lleve una sentido participativo, una nueva moral y unas arcas más saneadas a nuestras aulas.
La universidad está siendo hoy en día la auténtica cocina donde se está generando la mayor actividad en temas de software libre. Además de la gran presencia de grupos de usuarios, son los propios lectivos de la universidad los que ya han tomado la iniciativa como puede verse en este capítulo. La separación de la Universidad respecto de la empresa ha facilitado la presencia de estas soluciones 'no comerciales'