“Steve Jobs, el pionero de la computadora como una jaula cool, diseñada para cercenar la libertad a los tontos, ha muerto.
Como dijo el alcalde de Chicago Harold Washington sobre su corrupto antecesor Daley, “No me agrada que haya muerto, sino me agrada que se haya ido”. Nadie merece tener que morir – no Jobs, no Mr. Bill, ni siquiera la gente culpable de males más grandes los suyos. Pero todos merecemos el final de la influencia maligna de Jobs en el cómputo de la gente.
Por desgracia, esa influencia continua sin importar su ausencia. Solo podemos esperar que sus sucesores, al intentar preservar su legado, sean menos efectivos”
Sin embargo, sus comentarios tienen un mérito, reflejan la posición que ha defendido toda su vida en contra del software propietario y cerrado. El modelo de negocio de Jobs es probablemente el ejemplo más claro de la antítesis de Stallman. El enfoque de dispositivos amigables al usuario, corriendo software cerrado propietario, un mercado de aplicaciones estrictamente controlado por Apple, y la forma en que los dispositivos móviles facilitan la violación de la privacidad del usuario son el extremo opuesto de las causas por las que lucha el movimiento de software libre.
Por más criticable que pueda ser la opinión de Stallman, no expresa nada más que la firme posición de sus ideales y del movimiento que encabeza. Movimiento que por cierto, al igual que Jobs y Apple, ha transformado a la humanidad.
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