En 2008, durante unas vacaciones en Brasil, decidió utilizar solamente el Mac para su viaje y aprender a vivir solo con ese sistema operativo. Dice que esas tres semanas fueron muy reveladoras. Todo funcionaba perfectamente, podía suspender y reanudar el trabajo donde lo dejó, no tuvo que pelearse con la configuración de la red inalámbrica, ni con la del sonido. Con cierta ironía afirma que se pasó 3 semanas sin tener que recompilar el kernel cada dos por tres.
Después de esta experiencia, tuvo que volver a su trabajo en Linux, pero reconoce que finalmente compro un portátil MacBook. Los problemas que achaca a Linux hacen relación a la fragmentación de la plataforma, la cantidad de distribuciones incompatibles entre sí y los problemas entre versiones de la misma distro. Afirma que sin darse cuenta, dejó de encender su ordenador con Linux durante 2012 y hasta la fecha no lo ha vuelto a necesitar.
Además, cuando tiene que recomendar un ordenador a un conocido, suele decantarse por un Mac y todos los regalos que hace basados en la informática están relacionados con la empresa de la manzana. Sentencia que Linux nunca se las arregló para cruzar el abismo del escritorio.
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